Epílogo

El tiempo sopló sobre nosotros durante muchos años. Años mejores y otros no tanto, bueno depende a quien de mis hermanos le pregunten, pero creo no equivocarme al decir que la opinión unánime es que fueron unas últimas décadas de pronunciados altibajos. Más allá de que el tiempo haya soplado con mucha fuerza sobre la ita, erosionando su salud y muchas veces incluso su estado de ánimo, hubo algo que ni el tiempo ni nuestras idioteces pudieron derribar, ni siquiera provocar una grieta… su amor de madre. Una frase cliché y manoseada lo sé, pero es la única que define esa porfía en preocuparse por nosotros, en preocuparse que no nos faltara nada, en estar siempre pendiente, en esperarnos despierta hasta tarde, en ofrecernos lo que ella no comió de su plato, en querer siempre lo mejor para nosotros. Suele decirse que el amor de los padres a los hijos no es recíproco, es decir, no se manifiesta con la misma intensidad cuando va en una dirección a cuando se dirige a la dirección contrar...